En 1999, el irregular y a la vez mítico estudio Rebellion (creadores, entre otros, de la saga Sniper Elite y los malogrados Shellshock 2 y Gunlock) nos obsequiaban con una espectacular revisión de su clásico (posiblemente el mejor título de Atari Jaguar) Aliens vs Predator.
Un juego con una realización impecable en todos y cada uno de sus apartados, aportando una calidad sobresaliente en sus magníficas escenas cinemáticas, un sonido envolvente absolutamente aterrador (muy técnico para su época, con compatibilidad 5.1) gracias a sus fenomenales efectos de sonido y un apartado gráfico excepcional unido a un maravilloso diseño que nos hace sentir una inmersión que pocos juegos han logrado superar. El sonido del radar de los marines nos mantiene en tensión de una forma alucinante.
Pero,
es a nivel jugable donde Aliens
vs Predator marcó
un antes y un después dentro del prolífico mundo de los FPS, aportando tres maneras distintas de enfocar el mismo juego:
-MARINES:
En primer lugar tenemos la campaña de los marines: una especie de “survival horror” en primera persona, capaz de ponernos de los nervios gracias a la fabulosa ambientación antes mencionada.
La sensación de agobio y fragilidad es lo más destacable de esta primera campaña, que consta de 6 niveles en los que somos la presa absoluta, siendo los marines los personajes más débiles del juego, pero también los más interesantes.
Sus opciones se basan por completo en la defensa (supervivencia), íntegramente basada en las armas de fuego (fusil ametrallador, ametralladora pesada, lanzallamas….), en la absolutamente imprescindible visualización del radar y en la iluminación mediante bengalas.
-DEPREDADORES:
Campaña compuesta de 6 niveles (al igual que los marines) en los que el enfoque da un giro de 360º, ahora somos nosotros los que acechamos, utilizando el camuflaje (el mismo que se puede observar en las películas) y una buena colección de armas extraídas directamente de los films.
Una campaña igual de buena que la de los marines, pero aportando un punto de vista y jugable radicalmente distinto, en vez de agobiarnos con el pánico de la campaña marine, se nos obsequia con un modo de juego más pausado y táctico (sin salirnos de los cánones propios de un FPS)
Sus
opciones pasan por un buen sistema de camuflaje óptico, diferentes sistemas de visión (calorífica
y nocturna) y
un limitado pero útil repertorio de armas (cañón
láser, garras y lanza de caza).
-ALIENS:
El mítico personaje creado por el extravagante HR Giger, nos aporta otro enfoque mucho más distanciado de los típicos FPS al compararlo con las otras dos campañas, (y casi con cualquier juego en primera persona) ofreciéndonos un tipo de juego basado en la ocultación, el acecho y la habilidad.
Este personaje nos ofrece una mezcla muy acertada entre la fragilidad de los humanos y las artes depredadoras del Predator. Una mezcla fantástica que nos obsequia con la campaña más corta del juego (con tan solo 5 niveles frente a los 6 de las otras dos) pero que aporta un nuevo y maravilloso factor a tener en cuenta: la orientación.
Los Aliens pueden moverse por techos y paredes a toda velocidad, con lo que las posibilidades tácticas a la hora de atacar o de esconderse, se multiplican por mil.
Sus opciones pasan por camuflarse en la oscuridad y atacar con mordiscos, garras o golpe de cola.
MI VALORACIÓN
Un clásico moderno y una auténtica vuelta de tuerca para los tradicionales FPS. Perfecto en todos sus sentidos: tanto el sonido, el diseño, la jugabilidad y el apartado técnico pusieron el listado muy alto en su día.
Como es lógico, hoy no resulta tan impresionante como en su momento, no obstante, sigue siendo un producto redondo como pocos, en el 2010 apareció su secuela espiritual, de la mano también de Rebellion y bajo el sello mitológico de SEGA. Aun sin ser tan bueno como el primero (sobre todo a nivel de diseño) es bastante recomendable.
También
podéis disfrutar con su segunda parte oficial: “Aliens
vs Predator 2”, de la mano de los genios de
Monolith,
creando un producto muy bueno, aunque desde mi humilde opinión, el paso del tiempo le ha pasado mayor factura a la secuela que al original.