Lionheart, además de un juego de culto, es una extraña moraleja dedicada a todos los que decían amar al sistema de Commodore: Amiga.
Todo aquel que en su día disfrutó de semejante bestia de las 16Bits sabe, a ciencia cierta, que la piratería fue su ruina... y la culpable absoluta de que no aparecieran más joyas como este infravalorado título.
"Mirad lo que se puede hacer en un simple Amiga 500..., ¿os gusta?, pues comprarlo y haremos más!"
Este podría ser el mensaje que los desarrolladores de Thalion software lanzaron a los "Amigueros", ya que en pleno 1993 nadie en la tierra apostaba por el carismático sistema de Commodore.
La piratería era de un 80/20, por lo que era extraño que las compañías invirtieran por aquel entonces en tan maltratado sistema.
Más raro aun era que alguna empresa quisiera poner al sistema "en llamas", demostrando la potencia que aun guardaba su magnífico 68000 de Motorola.
Los chicos de Thalion, junto a los inimitables Erwin Kloibhofer y Henk Nieborg, responsables de esas dos maravillas técnicas y de diseño llamadas Flink y Lomax, decidieron, por amor hacia el sistema (recordemos que no era rentable programar para el mismo), demostrar de lo que era capaz el Amiga, quien parecía un rival débil ante sistemas más modernos y, supuestamente, más potentes, como Super Nintendo.
Zooms con estilo "MD7", paralajes abundantes, paleta de color explosiva, degradados vivos y brillantes, efectos de agua sin igual, sprites gigantescos, apartado sonoro espectacular... Lionheart era el juego que ponía al límite al 500 de Amiga (y al 600, y al 2000...).
Lo recomendable era jugarlo en 1200, por la potencia extra del sistema gracias a sus 32Bits, pero era posible jugarlo con el más bajo de gama, y perfectamente, aun con algún bajón de por medio.
Digamos, abiertamente y sin tapujos, que Lionheart se cagaba (literalmente) en el juego que definía a nivel tecnológico a la plataforma: Shadow of the Beast.
No seré yo quien desmerezca el increíble trabajo de Reflections, pero la verdad es esa, y Lionheart era mucho más complicado a todos los niveles, además de que no era una demo de media hora de duración.
Valdyn, nuestro protagonista, se embarca en una aventura salpicada por la venganza: el brujo Norka, tras perder el símbolo del "corazón de león", a manos del mismísimo Valdyn, lanza un hechizo contra su esposa, convirtiéndola en piedra.
Valdyn tendrá que recorrer medio mundo para romper el embrujo y recuperar a su amada. A través de montes, volcanes, barcos voladores y hasta del mismísimo cielo, a lomos de su dragón rojo, nuestro protagonista se enfrentará a hordas de enemigos de todo tipo, hasta dar con Norka.
Lionheart es muy Turrican, y también muy Rastan a la vez, aunque una vez puestos en marcha, y bien metidos en faena, se percibe que las plataformas, y demás sellos propios de identidad, logran darle un cuerpo único al juego.
Se trata de un scroller de acción y saltos, con el añadido de alguna fase a lomos de nuestro dragón (shoot´em up) y de otros animales.
El problema de Lionheart a la hora de ser jugado es su dureza de control, proponiendo (como en muchos otros títulos de la plataforma) resolverlo todo con el control estándar de un botón.
Es una puta manía que nunca entendí (hay que decir que también es posible jugar con mandos de dos botones), pues Joysticks con dos, tres y cuatro botones los había a patadas, pero los juegos todavía utilizaban un único botón de ataque y el comando superior del stick para saltar.
Y claro, en Lionheart hay que acompañar al botón de acción con diferentes movimientos de la cruceta/palanca para realizar los diferentes ataques, complicando la cosa en exceso cuando además había que saltar.
Es un juego que requiere de bastante práctica y temple para avanzar, aunque no es menos cierto que con el tiempo se vuelve domesticable, aunque jodido.
Aun con todo, no lo catalogaría como un mal sistema, sino más bien como uno mejorable. También es necesario incidir en las abultadas dificultades de la época, marca personal de muchos estudios consagrados (ni Shadow of the Beast, ni Gods, ni Wrath of the Demon, ni similares, pueden considerarse sencillos o "amigables").
Dejando a un lado su dureza, y tras muchas horas, el juego empieza a fluir y muestra todo su potencial, su variedad, su magia gráfica y las mil y una virtudes que esconde a cada paso.
Es una pena que fuera un juego sin apenas repercusión, convirtiéndose en un absoluto desconocido, pero llegó muy tarde, y lo hizo en una plataforma que tenía los días contados.
Comenzaba hablando sobre el mensaje de los programadores, y lo que querían conseguir mediante... y es cierto, incluyeron ese mensaje.
Lo triste del asunto es, como cabía esperar, que las versiones piratas lo eliminaron, y estas fueron las que realmente consiguieron un reducido público. Mayor que el que compró esta joya en versión original.
Así pues, la moraleja es la siguiente: Todo los "amigueros" querían jugar, y todos estaban muy orgullosos de su plataforma, pero no querían pagar por ello, y la misma que les alimentaba, les dejó de amamantar.
Es una triste moraleja para el estudio, pues apostaron de corazón por su sistema favorito, arriesgando ante una audiencia fanática, pero de palo, como tantas otras.
Lionheart es grande como juego, aun sin llegar a ser perfecto, y es lo más impresionante a nivel gráfico dentro del sistema, pero sobre todo es un producto que nos recuerda que para que exista calidad, primero, hay que pagarla.
En fin, son tiempos difíciles, y se entiende que no todo lo deseable está al alcance, pero la masa borreguil y estúpida, esa que no tiene conciencia alguna, abusa en exceso, y no está dispuesta a darle valor alguno a nada, cosa que traduce en un montón de cosas buenas que jamás disfrutaremos, pues nadie las va a pagar.
Supongo que este final en la review no será muy popular, pero es la pura verdad.
En cuanto al juego: Todo un símbolo dentro de su sistema, y el claro ejemplo de por qué desaparecen compañías con talento. Además de todo esto, es un maldito clásico que necesita ser reconocido.