Aunque Super Nintendo sea una máquina plagada de auténticos imprescindibles, en cuestiones de Shoot´em ups no tuvo demasiada suerte, existiendo muy pocos de ellos que puedan considerarse como auténticas MasterPieces del sistema.
Puede que Pop´n Twinbee os parezca excesivamente colorista, e inclusive infantil para la vista, pero no os dejéis engañar: es un must have en toda regla.
Twinbee fue una de esas sagas sin apenas repercusión fuera del circuito nipón, ya fuese por su excesivamente colorido aspecto o por contar con un diseño demasiado desenfadado para los estándares occidentales del momento.
Digamos que en tierras niponas se estilaba más el aspecto cute´em up que en el resto del mundo, siendo considerado como algo que recordaba al diseño 8bitero de no pocos juegos.
Títulos como Cotton, Parodius, Harmful Park y similares, son la evidencia de lo que expongo, resultando en juegos (en su mayoría) que ni tan siquiera contaron con distribución fuera de la tierra del sol naciente.
Viendo el aspecto imponente de obras como Metal Black, Axelay, R-Type III y demás contemporáneos, se entiende que el usuario europeo y americano buscaba un acabado más cercano a la sci-fi y a la épica espacial que a los dibujos animados made in Japan.
(Aunque no hay que olvidar que el género en sí, y aun contando con ese aspecto, estaba de capa caída, por lo que centenares de títulos con un acabado similar tampoco cruzaron nunca las fronteras de la tierra del videojuego).
Los europeos, en este sentido, tenemos que darnos con un canto en los dientes, ya que pudimos gozar del primer Parodius para SNes (ese fantástico Non Sense Fantasy) y del título que nos ocupa, ambos sin distribución en el otro lado del charco.
Pop´n Twinbee era una serie nacida en recreativas, allá por 1985, pero que no consiguió una excesiva aceptación hasta la llegada de su segunda entrega a los arcades (muchos la conocerán bajo el nombre de Stinger), ya que fue la primera en contar con distribución a nivel mundial.
Existen multitud de capítulos, Spinoffs y variaciones (más de 20), tanto para máquinas recreativas como para sistemas domésticos (Saturn, PSX, SNes, Móviles...), pero el más grande, y el más redondo, se lo llevó el cerebro de la bestia.
Empezando por su acabado visual, queda bastante claro que Konami fue una de las empresas que mejor entendió la potencia de SNes, y se hace patente al contemplar sus preciosistas fondos, la excelente paleta de color con tonos pastel, las animaciones de algunos enemigos, su imponente escala y la cantidad de efectos de deformación incluidos. Sin olvidar el maravilloso juego que dan los múltiples planos de scroll, para otorgar dinamismo al paisaje junto a diversos efectos de profundidad.
Pasado el primer contacto, que tan solo nos deja ver ese acabado de aspecto infantil, se despliega ante nosotros una tonelada de calidad por pixel, capaz de dejar en entredicho a la gran mayoría de shooters del sistema.
Aquí no hay ni un solo fondo negro y la cantidad de items, enemigos y disparos en pantalla es merecedora de nuestros aplausos, añadiéndole a la suma la inexistencia total de ralentizaciones.
Se mantiene una de las señas de identidad más recurrentes de la saga: las potenciaciones se reciben a través de campanas. Sí, estas campanas se encuentran escondidas en algunas nubes, y al dispararlas salen lanzadas hacia arriba (quiero concretar que es un juego de acción vertical).
Todas son, inicialmente, de color dorado, y tienden a bajar rápidamente si no las volvemos a disparar.
Al hacer esto último, y según las veces que las alcancemos, variarán de color, y cada tonalidad será un power up diferente: disparo en varias direcciones, escudo protector...
En ciertas ocasiones es complicado alcanzarlas, ya que recorren la pantalla a bastante velocidad. Es un aspecto que muchos recordarán de Parodius, ya que funciona igual.
Por otro lado, contamos con ataques especiales, con la capacidad de golpear mediante nuestros puños a los enemigos cercanos (nos desplazamos en naves con brazos... no se admiten preguntas al respecto...), con opción a elegir tres tipos de satélites diferentes e inclusive con la posibilidad de lanzar al segundo jugador contra las naves enemigas.
Es importante añadir, además de todo esto, que en Pop´n TwinBee se han de tener en cuenta dos tipos de disparos: Los que van dirigidos a los atacantes aéreos, y los que se destinan para eliminar a los terrestres.
Es un sistema rico y variado, y más aun al compararlo contra el resto de entregas, mucho menos estudiadas y peor balanceadas (supongo que el motivo de esto es fácil de explicar: vienen de los recreativos, donde importa más el insert coin que una buena curva de dificultad).
Respecto a esto último, cabe destacar que en este nuevo episodio se incluye una barra de vida, en pos de ese "one hit Kill" de sus hermanos arcade.
Puede que a nivel jugable el título posea una virtud que destaca ante todas las demás y está relacionada con ese balance que antes os comentaba: Sus diversas dificultades están muy bien pensadas, y es un juego igual de válido para jugar junto a los peques (en dificultad baja), como para hacerlo nosotros solos en busca de un buen reto.
Ni que decir al respecto: Pop´n Twinbee cuenta con un magnífico modo de 2 players, recomendado a todas luces para disfrutarlo en su nivel máximo de dificultad. No es el shoot´em up más chungo de todos los tiempos, que quede claro, pero al máximo nivel tampoco es un paseo por las nubes...
El cartucho cuenta con siete estupendas fases, ambientadas con enorme gusto y de una duración más que generosa. Como acompañamiento, el sonido ayuda, gracias a su calidad, a darle aun más valor a su acabado gráfico.
Una cosa está clara: Si no os gusta ser atacados por oleadas de osos panda asesinos, por pepinos marinos o por piñas con mala uva... este juego no es para vosotros.
Para el resto: es divertido y potente, cuenta con modo de dobles, no se ralentiza, es desafiante y suena a gloria... creo que no se le puede pedir más a un shooter.
No hay mucho más que decir al respecto: Desde mi punto de vista, es un imprescindible de Super Nintendo. Si no le otorgo más nota es por no ser trascendente en nada de lo que propone, pero sin duda alguna que lo que hace, lo hace bien.