La octava generación ha entrado en nuestras vidas con muy poca fuerza, debido en gran parte a un catalogo inicial poco sorprendente... En el caso de PS4, y sin quitarle merito a algunos juegos bastante decentes (sin más), Resogun es, posiblemente, el mejor título de los que han aparecido.
Por un lado esto es una noticia a celebrar, pues que un equipo pequeño, e independiente, haya conseguido despuntar en un mundo a reventar de franquicias sobre-explotadas, durante la pasada generación, merece sin duda un aplauso.
Fifa, Need for Speed, Assassins Creed... no seré yo el que se ponga a criticar los gustos de los demás, pero sí la poca ambición y el riesgo nulo, como cartas de presentación, por parte de las desarrolladoras.
¿Quien quiere (tras 8 títulos lanzados en la séptima generación) estrenar su PS4 con un Call of Duty?. La gente necesita nuevos reclamos, y no un más de lo mismo.
Y no es que Resogun sea novedoso, pues apenas es la re-interpretación de uno de los juegos más grandes de todos los tiempos: Defender, pero, y esto es importante, resulta fresco, pues es un título que no ha sido copiado, en exceso, durante las últimas décadas.
Al igual que en el clásico, en Resogun nos movemos a través de una serie de fases "infinitas", mediante el desplazamiento horizontal de la pantalla.
Aquí los niveles son circulares, y constantemente aparecen enemigos de los mismos, con incesantes oleadas, formadas por distintos tipos de naves.
De lo que se trata es de encadenar su destrucción, aumentando un multiplicador con ello, y consiguiendo puntuaciones más altas en consecuencia.
Mientras que disparamos y nos movemos incesantemente, por el circular escenario, tendremos que estar muy pendientes de los humanos enjaulados que se encuentran en ellos.
Estos "muñequitos" han de ser salvados y llevados a un punto específico de la pantalla, consiguiendo con ello un mejor score y varias clases de power ups, tales como potenciaciones de disparo o bombas.
Cada nivel cuenta con un número limitado de oleadas, y al acabar con la última nos tendremos que enfrentar al jefe de fase, mucho más espectacular y desafiante.
La gracia del juego reside en el frenetismo del mismo, y en la endiablada velocidad que podemos desarrollar gracias al turbo, convirtiendo a la experiencia en una trepidante necesidad: la de no apartar la vista de la pantalla ni un segundo.
Es adictivo, fluido y muy espectacular. Cada vez que acertamos en un enemigo se destruye en decenas de fragmentos, que se convierten en cientos cuando reventamos a una oleada entera, e incluso en miles al activar las bombas (que destruyen a todos los enemigos en pantalla).
El premio gordo viene al finalizar cada nivel, con el regalo explosivo de verlo, entero, volatilizarse en cientos de miles de porciones. (literalmente).
Unida a esta genial demostración de cálculo, el juego también nos obsequia con un uso fantástico de efectos de iluminación y, aunque no se puede catalogar al conjunto de sorprendente, sí que estamos ante un juego con cierto músculo.
A primera vista podría pasar por un juego de la anterior generación, pero sus 60 imágenes por segundo, más el increíble número de partículas (polígonos) en pantalla, lo hacen imposible de ser recreado en estas ya obsoletas máquinas.
En mi caso es un imprescindible, pues Defender fue, junto a Berzerk, lo primero que jugué en consolas, gracias a mi impresionante Atari 2600, y Resogun lo retrata a la perfección, dibujándolo con más detalle y aportando las novedades justas como para no resultar en un plagio absoluto... pero sin distanciarlo tampoco.
El juego más impresionante para PS4 (de los lanzados inicialmente) es Killzone: Shadow Fall, pero el más re-jugable y divertido, además del más redondo de todos, es Resogun.
Un arcade de lo más clásico, con su jugabilidad sin complicaciones y su importantísimo marcador, desafiante más allá del simple número de pantallas.
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